En el Siglo XIX, despiadadas bandas de cuatreros trajeron terror a lo largo del Valle del Maule, en el corazón de Chile. Por el boca a boca de sus víctimas, hemos aprendido de su astucia, arrojo y crueldad, que los volvió celebridades. El Gobierno carecía de los recursos y el valor para hacerles frente, permitiendo que sus crímenes queden impunes. Uno de ellos era diferente, una especie de Robin Hood, pero con un ambiguo código moral. Él era Ciriaco Contreras.
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