Tras el enfrentamiento con Vox, nuevos conflictos sacuden la vida de Alastor. Mientras sostiene su farsa de convertirse en el demonio más poderoso del Infierno, permanece encadenado a su trato con Lilith, condenado a vivir como su sirviente por un deseo egoísta. Aun así, en medio de la corrupción y la culpa, surge una tenue luz de esperanza celestial ante sus ojos
