Los dioses, cansados de los egoístas humanos, recuperaron la Tierra con furia. La naturaleza se volvió en su contra y casi toda vida fue destruida. Aún así, algunos pocos sobrevivieron para diversión divina. En el bosque, un dios sin rumbo, o nombre, hallaba calma. Mas un día entre los árboles, una presencia alteró su paz. Algo nuevo llegó y tal vez le devolvería el sentido.
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